jueves, julio 10, 2014

pobreza

.Las medidas de pobreza
En las metodologías objetivas presentadas en este documento se utilizan las
llamadas líneas de pobreza para clasificar a las personas como pobres o como no
pobres dependiendo de a que lado de la línea o barrera en el que se encuentren. Las
líneas se expresan normalmente mediante valores del indicador, habitualmente
monetario, elegido para la medición de la pobreza.
En este apartado se presentan las diferentes líneas de pobreza que se pueden
construir según los distintos enfoques de la pobreza.
3.1. Líneas de pobreza absoluta
Estas líneas reflejan el valor de los recursos necesarios para mantener un mínimo
bienestar. El objetivo es medir el coste que supone la adquisición de una cesta de
productos esenciales (bienes y servicios) que permita alcanzar los niveles mínimos de
satisfacción en lo que a las necesidades básicas se refiere.
Una de las características de las líneas de pobreza absoluta es que de ellas se
derivan resultados sensibles al desarrollo económico, aunque éste se reparta de
forma homogénea entre la población. Por ejemplo, si en una sociedad se produce un
aumento de los niveles de renta, aunque este aumento esté distribuido
homogéneamente en la población, el porcentaje de pobres calculado con líneas de
pobreza absoluta disminuirá.
Una de estas líneas absolutas, ampliamente utilizada, es la que fija un dólar per
cápita al día como el valor de los recursos mínimos que se necesitan para no
considerar que una persona está sumida en la pobreza. Esta línea se puede utilizar
en el contexto mundial, entendiendo por tanto que cualquier persona que viva con
menos de un dólar al día es pobre.
Rowntree, en 1901, construyó una línea de pobreza a partir de una cesta de
productos compuesta por todos aquellos bienes y servicios imprescindibles para
satisfacer las necesidades mínimas de sustento de los hogares. El umbral de pobreza
se establece en el valor monetario de esa cesta más una cantidad fija de dinero
destinada a cubrir otro tipo de gastos como la gasolina o el alquiler. Todo hogar que
tenga ingresos inferiores a esa cifra será clasificado como pobre.
La línea de Rowntree ha sido objeto de muchas críticas a lo largo de los años debido
a que a pesar de que las necesidades mínimas alimentarias están bastante
consensuadas, el resto de bienes y servicios a incluir en la cesta no lo están tanto. La
elección de los productos tiende a depender de la forma de vida de una sociedad
concreta y por tanto introduce cierta relatividad en la supuesta medida de pobreza
absoluta.
Existen otras líneas de pobreza absoluta, por ejemplo la de Mollie Orshanski (1963-
1965), que se aplica actualmente en los Estados Unidos con algunos cambios y
adaptaciones. Esta forma de medir la pobreza consiste en considerar que el gasto en
alimentación de los hogares es una proporción constante del gasto total. La línea de
pobreza se fija multiplicando el valor de los productos alimentarios básicos por el
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inverso de la proporción que supone el gasto en alimentación sobre el gasto total. Por
ejemplo en Estados Unidos en los años 60 esta proporción era de un tercio, siendo
por tanto el umbral de pobreza igual al valo
r de la cesta básica de alimentos por tres.
Esta línea construida bajo una filosofía de pobreza absoluta tampoco cumple los
requisitos de una medida de pobreza absoluta pura. Ha sido atacada alegando que
según la ley de Engel el mayor desarrollo económico de un país hace disminuir la
proporción del gasto en alimentación sobre el total. Este hecho se ha comprobado
empíricamente en algunos países. Se vuelve de nuevo a poner de manifiesto que es
bastante difícil la construcción de una línea de pobreza absoluta, que valga para
distintas sociedades y épocas.
Otras líneas de pobreza absoluta que se han utilizado en ocasiones son las que se
construyen fijando el valor máximo admisible para el porcentaje de gasto en
alimentación sobre los ingresos totales del hogar. De esta forma, se considera pobres
a todos los hogares que gasten en alimentación un porcentaje de sus ingresos mayor
que el máximo aceptable.
Las líneas absolutas son de interés limitado en los países desarrollados. Es en los
países subdesarrollados o en vías de desarrollo donde encuentran más aceptación y
son más utilizadas.
3.2. Líneas de pobreza relativa
Las líneas de pobreza relativa clasifican a las personas de la sociedad objeto de
estudio en dos grupos, las que se encuentran más desfavorecidas, a las que se
denomina pobres, y el resto.
Si se produce en la sociedad un aumento homogéneo del nivel de ingresos, por
ejemplo una subida del 5% de los ingresos para todos los hogares, las líneas de
pobreza relativas proporcionan las mismas tasas de pobreza antes y después de este
aumento. El umbral de pobreza será mayor, pero la proporción de personas pobres
permanecerá invariable. El número de pobres depende de la posición relativa de cada
hogar o individuo en la sociedad. Si estas posiciones relativas se mantienen, las
líneas de pobreza relativa no reflejan los cambios que pueda producir un desarrollo
económico repartido por igual. Para que disminuyan los porcentajes de pobres
calculados con este tipo de líneas es necesario que se produzcan cambios en la
distribución de la renta.
Habitualmente, las líneas de pobreza relativa utilizan indicadores basados en
variables monetarias como son el ingreso o el gasto. En ambos casos se fija un nivel
mínimo de la variable por debajo del cual las personas serán clasificadas como
pobres y por encima, como no pobres. Suponiendo, por ejemplo, que la variable
elegida es el ingreso, el nivel dependerá de la distribución de los ingresos en la
población, de hecho se suele fijar en un tanto por ciento de alguna medida de la
distribución, habitualmente la media o la mediana.
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PROCEDIMIENTO PARA LA MEDICIÓN DE LA POBREZA RELATIVA
3.2.1. ELECCIÓN DE LA VARIABLE MONETARIA
Lo más habitual cuando se trata de seleccionar la variable a utilizar, es recurrir a
aquellas que representan el gasto de los individuos, o bien sus ingresos. Tanto el
ingreso como el gasto presentan ventajas e inconvenientes a la hora de utilizarlos
como variables monetarias en la medición de la pobreza. El ingreso anual, que en
principio parece la mejor opción, refleja la capacidad económica del hogar pero sólo
proporciona una imagen parcial. Los hogares además de los ingresos disponen de
bienes, activos, etc. que también forman parte de la riqueza total del hogar e influyen
en el nivel de vida que los hogares pueden sostener.
Además, los ingresos pueden variar mucho de un año a otro sin que esto suponga
cambio alguno en las condiciones de vida, este podría ser el caso de un hogar que
tenga ahorros, acceso a crédito, o que espere que sus ingresos futuros vuelvan a ser
de la misma cuantía que antes.
Por otro lado, la variable gasto es más estable, ya que los hogares no modifican sus
hábitos de consumo al producirse disminuciones
puntuales de los ingresos, es decir el
gasto depende más del concepto de renta permanente (ingresos esperados futuros o
renta que permitiría que las familias vivieran en las mismas condiciones sin modificar
su riqueza), que de los ingresos actuales. La pobreza a su vez está íntimamente
relacionada con la llamada renta permanente y por tanto el gasto sería una buena
variable para medirla.
La elección del gasto como variable monetaria también presenta desventajas. Se
sabe que las pautas de consumo de los hogares dependen en gran medida del
entorno en el que se viva y de las costumbres adquiridas a lo largo del tiempo y en
muchos casos no tienen una relación directa con los recursos del hogar.
No obstante, es preciso tener en cuenta que ambas variables, ingreso y gasto, están
sujetas a errores de medida. Se ha comprobado que, con bastante frecuencia, las
cifras de ingresos que se recogen en las encuestas infravaloran los ingresos reales,
es el caso del trabajo por cuenta propia o las rentas del capital, mientras que otro tipo
de ingresos, rentas del trabajo por cuenta ajena, se recogen con mayor exactitud.
Esto produce sesgos en la información final
utilizada para realizar análisis de pobreza.
En la medición del gasto también existen problemas generalmente ligados a la
metodología de las encuestas que recogen los consumos de los hogares. Al tratar de
proporcionar una cifra del consumo anual de los hogares se producen desajustes
debidos al proceso de transformación de los gastos recogidos con referencia
semanal, mensual, trimestral etc. en una variable anual, que pretende ser un reflejo
del consumo habitual de los hogares. En cualquier caso, no hay que olvidar que la
mayoría de los errores de medición que se producen son inevitables, son producto de
los problemas inherentes a las encuestas a hogares y no se evitan por muy bien
diseñadas que estén estas encuestas. También influye en la calidad de la variable
gasto la dificultad que supone obtener ese tipo de información, por el esfuerzo que
tienen que realizar los hogares para anotar los gastos detallados durante el periodo
requerido.
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