domingo, junio 08, 2014

La proletarización de los informáticos

La proletarización de los informáticos

Un ordenador mítico: la serie IBM 360


Hace cuarenta años la informática era cosa de grandes empresas que tenían grandes centros de proceso de datos separados, segregados del resto de la compañía. En edificios fortificados, con sistemas de aire acondicionado muy potentes, falsos techos y falsos suelos, en donde unos señores vestidos con batas blancas manipulaban ordenadores gigantescos cuya potencia de cálculo y memoria cabría en cualquiera de nuestros teléfonos inteligentes de tercera generación y que no se apagaban nunca no fuera a que ya no se pudiera volverlos a poner en marcha. En aquellos grandes centros se trabajaba con grandes aplicaciones corporativas como la nómina o la gestión de  los almacenes.
Y aquellos señores de la bata blanca eran los informáticos, una suerte de profesión druídica, poseedores de un conocimiento iniciático que nadie – excepto ellos mismos –sabía muy bien en qué consistía y que, en consonancia con el hermético arte que practicaban, cobraban un sueldo muy por encima de la media.
Hoy, en cambio, la informática está metida en todas partes, se ha metido en nuestras vidas hasta unos niveles que jamás habríamos podido imaginar, en nuestros trabajos, en nuestras casas, en nuestros coches, encima de nosotros en dispositivos cada vez más pequeños.
Primero el ordenador entró en los puestos de trabajo de la mano del procesador de textos y convirtió a muchos trabajadores en usuarios de la informática. Más tarde se abrió  paso en el hogar, el ordenador personal se convirtió en un electrodoméstico más y, en tercer lugar, vino Internet de la mano de la portabilidad – portátiles, tabletas, teléfonos inteligentes – que te mantienen permanentemente conectado a una red que representamos por una nube pero que sería más exacto dibujarla como una galaxia. A este proceso de cuarenta años que he resumido en un párrafo es lo que yo denomino popularización de la informática.
Hace ya tiempo que aquellos centros de proceso de datos como tales desaparecieron o, al menos, nadie sabe dónde están, en la nube nos dicen, ¿en qué nube contestamos?. Ni siquiera – con la virtualización[1] – sabes si trabajas con un ordenador que existe de verdad.
Y el informático hace mucho tiempo que colgó la bata, se hizo hombre y habitó entre nosotros, se hizo corpóreo, se desmitificó, perdió clase. Así que el informático, o mejor dicho, la idea que se tiene socialmente de la profesión informática actualmente,  es que se dedica a apagar y encender el ordenador de la secretaria del director comercial, sin atender a diferencias de funciones, conocimientos o niveles. Hoy en día se le llama como se llama al electricista o al tío de la fotocopiadoras, oficios que tienen toda la dignidad del mundo, pero que carecen de glamour.
Antaño le decías a una chica que eras informático y – con tal de no ser el hermano gemelo de Cuasimodo – ligabas, porque eras una suerte de astronauta,  ahora – si eres informático -  necesitas más que nunca ser guapo.
¿Qué es lo que ha pasado en estos cuarenta años?, bueno, la contestación fácil es decir que el grupo de profesiones conocido como “informáticos” se ha proletarizado, descualificado o desprofesionalizado, pero vamos a estudiar con más rigor este problema.
Lo primero que debemos señalar es que he utilizado conscientemente el término “grupo de profesiones” pues la visión social tiende a simplificar la imagen del informático reduciéndolo a una imagen única e indefinida.
Cuando los abuelos matan el tiempo mirando una construcción saben distinguir con un simple vistazo las distintas funciones que se pueden apreciar en la obra, saben distinguir entre arquitectos e ingenieros, capataces, jefes de obra, albañiles, electricistas. Pero si les dejaras en una empresa o departamento de informática sería incapaz de distinguir al administrador de las base de datos del ingeniero de sistemas, a un programador de un director de sistemas. Y si, como pasa en muchas empresas “modernas” no se usa corbata o se trata de un viernes y se pone en práctica el “casual Friday”, entonces no sería capaz ni de “distinguir” entre jefes y subordinados. Como todos andan con teclados y pantallas me diréis que es normal, pero si le preguntáramos a que se dedica un administrador de bases de datos no sería capaz de explicar su función y si explicaría perfectamente la de un arquitecto. 
Luego el primer problema con el que nos topamos es que, a pesar de la popularización de la informática, existe una visión social simplificada de lo que es la organización y jerarquía del grupo de profesiones que se integran en el sector de la informática. Va a resultar que el personal no “sabe” realmente de informática sino que se ha “acostumbrado” a ella. De modo que todos somos usuarios de un montón de aplicaciones, para nosotros la informática ha dejado de ser un arte hermético y, aunque gran parte de la población no tiene ni idea de hacer un programa, ya no le da importancia al hecho de que sean necesarios unos conocimientos técnicos muy especializados para hacerlo.
Este proceso de popularización de la informática ha traído consigo un aumento exponencial del sector y durante algunos momentos de la historia reciente, ha habido una enorme necesidad de especialistas en la materia, hasta tal punto, que primaba más la necesidad de profesionales que la calidad de los productos informáticos que se desarrollaban.
Esta escasez se cubrió en primer término con los estudiantes de informática, recuerdo que en los primeros ’80 nos iban a buscar a las aulas, conozco a muchos compañeros que no terminaron sus estudios seducidos por un buen sueldo. Juventud y dinero es un cóctel que tienta a cualquiera. Comoquiera que seguía habiendo escasez – y como no había una profesión reglada – las empresas buscaron profesionales de otras carreras, al principio las más próximas al sector y que ya habían proporcionado los profesionales de la primera generación de informáticos. Ingenieros industriales, de telecomunicaciones, físicos, matemáticos.
Pero después se abrió la veda y vino de todo, biólogos, historiadores, ópticos y ortopedistas, taxidermistas,  cualquiera que hiciera cuatro cursos y cuatro programas era ya de la profesión. Conozco dos casos de licenciados en filosofía y letras directivos de departamentos de informática que, por cierto, lo hacen bastante mal aunque formulan preguntas bastante interesantes acerca de por qué las cosas van mal. Así que el segundo problema que nos encontramos es el intrusismo profesional que hay en el sector.
Y es curioso revisar cómo el mercado de trabajo ha ido de la escasez a la saturación varias veces a lo largo de estos últimos años, según se iban produciendo expansiones y contracciones en el mercado informático, fundamentalmente, debido al desarrollo de nuevos paradigmas tecnológicos[2].
El último proceso histórico que, a mi modesto entender, ha influido de manera primordial en la proletarización de los informáticos ha sido el propio avance de la tecnología. Durante los últimos años se han desarrollado herramientas para el usuario final muy potentes y programas generadores de otros programas, entre otros, generadores de aplicaciones, para multimedia, para bases de datos, para desarrollar páginas Web y Weblogs. De manera que con unas pocas instrucciones básicas, proporcionadas de una manera muy visual – es decir mediante iconos -, permiten elaborar aplicaciones que gestionan realidades muy complejas.
La principal ventaja de estos generadores es con pocos conocimientos se pueden hacer muchas cosas y su desventaja es que los resultados son muy genéricos y, a veces, adaptarlos a los casos particulares – que es donde suelen satisfacerse las necesidades reales de los usuarios – suele ser difícil y caro.
Pero a los efectos del objeto de este artículo, cabe decir que si con poca formación se puede generar una aplicación con sus altas, sus bajas y sus modificaciones, ¿para qué se necesitan programadores?. La tecnología nos dio nuestro reino y luego nos lo quitó.
Pero es este un blog de sociología, ¿qué nos dice la sociología acerca de lo que le ha ocurrido al grupo de profesiones que forma parte del sector de la informática?. Bien, pues intentando no caer en el tedio, ya que el fin de este blog es divulgar esta ciencia de manera amena, vamos a ver ciertas aportaciones que nos ayudarán a comprender qué es lo que ha ocurrido en estos trepidantes años.
Aunque yo he hablado de desprofesionalización, descualificación y proletarización, como términos equivalentes, para la Sociología de las profesiones no lo son en absoluto[3].
La proletarización o descualificación, que fue definida por el sociólogo norteamericano Harry Braverman, postula que el proceso de cambio desde el empleo por cuenta propia hacia el empleo asalariado incide directamente sobre la naturaleza del trabajo profesional. Este proceso de asalarización ha afectado a todas las profesiones desde el comienzo del siglo pasado, cuando gradualmente se fue pasando de la artesanía a la producción industrial en cadena.
A lo largo de este proceso el trabajador pierde el control sobre su trabajo y sobre el producto del mismo, los profesionales asalariados pierden los valores asociados a su profesión, cayendo en la rutina, en las malas prácticas, la especialización del conocimiento y la enseñanza de la profesión recalcando la tecnología. La dirección de las organizaciones ha invadido las áreas de control profesional para menoscabar el poder administrativo de los profesionales y, en el proceso, los profesionales han perdido estatus y salario.
La desprofesionalización – debida entre otros a M. R. Haug-  en cambio, postula que los cambios sociales experimentados en la década de los años ’60 y ’70, hicieron nacer un nuevo modelo cultural que no acepta la autoridad basada en el conocimiento y desea ejercer un mayor control sobre las profesiones. La tendencia general a la escolarización universal y la mejora de los niveles educativos se interpreta por los teóricos de la desprofesionalización como un fenómeno de reducción de la diferencia de conocimiento entre el profesional y el cliente.
De manera que el monopolio profesional del conocimiento se ha ido erosionando a causa de la mejora del nivel educativo de la población, la división del trabajo profesional – es decir la especialización- y la aspiración de los consumidores de controlar a los profesionales y de alcanzar un equilibrio en su relación, la agregación de clientes en entornos burocráticos y el uso de ordenadores. A consecuencia, los profesionales pierden poder, autonomía y autoridad.
Hay que decir que según Mauro F. Guillén, ninguna de las dos teorías tiene un apoyo empírico apreciable, por lo que se trataría más de filosofía social que de sociología pura.
En mi opinión, ya sea por causa de los capitalistas que van mermando gradualmente el poder de los profesionales – la tesis de la proletarización -  o sea la sociedad en general la que va minando sus privilegios por que va espabilando – la tesis de la desprofesionalización – el caso es que parece cierto que las profesiones en general no es ya lo que  eran y que el prestigio social de las mismas va decreciendo. Ni médicos, ni ingenieros, ni abogados son lo que solían ser.

A mi entender existe, independientemente de la causa – proletarizadora o desprofesionalizadora - , una relación dialéctica entre la sociedad y las profesiones. Esta relación mantiene un diálogo positivo, en el que las profesiones ofrecen servicios a la sociedad y la sociedad les concede privilegios[4] a cambio. Y un diálogo negativo en el que la sociedad intenta reducir los privilegios que le ha concedido y las profesiones luchan por mantenerlos. Se trata de un pulso en el que unas veces las manos andan más cerca de las profesiones y en otras ocasiones éstas consiguen zafarse de la presión. Hoy en día parece que profesiones van perdiendo pero no sé realmente quién está ganando, porque no parece que la sociedad en su conjunto esté beneficiándose de ello.

Relación dialéctica entre la sociedad y las profesiones
Fuente: Juan Carlos Barajas Martínez


Otro motor en la dinámica de las profesiones es la que podríamos denominar la hipótesis del esoterismo, que se ve muy clara en la dinámica de las profesiones informáticas.  Guillén, lo expresa así: “una hipótesis fundamental es que cuanto más tácito y esotérico sea el conocimiento que sirve de base para el ejercicio profesional, más contribuye a la legitimación del profesional, pues resulta más difícil de entender para el profano”.
Con estos dos motores, el pulso sociedad-profesiones y la hipótesis del esoterismo, podemos establecer los principios que marcan el devenir de las profesiones en el tiempo. Según Wilenski, el proceso de desarrollo de las profesiones es el siguiente:
  1. Comienza con el ejercicio de la profesión sin un periodo previo de aprendizaje formal
  2. Continua con la organización de programas de enseñanza que permiten controlar la entrada en la profesión y estandarizar su práctica
  3. Cuando la profesión comienza a contar con demasiados miembros para el mercado existente, los profesionales establecidos se asocian para proteger sus monopolios presionando para obtener una legislación favorable. Los dos instrumentos que se usan para este fin son el establecimiento de licencias obligatorias para poder ejercer y la certificación profesional.
  4. Finalmente, Wilenski señala que la adopción de un código formal de ética profesional supone la consolidación definitiva de la profesión como grupo.
¿Pero qué pasa si una profesión, por muy diversas causas, no recorre todo el camino señalado por Wilenski?. Pues que no es un oficio, pero tampoco es una profesión. En sociología existe el término semiprofesión que creo que describe muy bien esta situación.
Para Parkin, las semiprofesiones son ocupaciones que justifican su demanda de recompensa sobre la base de calificaciones formales, pero que no han sido capaces de establecer un estricto cierre social profesional[5] mediante un monopolio legal o el control del núcleo y la calidad de los aspirantes. Para Fernández Enguita, se trata de un grupo de asalariados, incorporado en parte a la burocracia pública, cuyo nivel de formación es similar al de las profesiones, y que, estando sometidos a la autoridad de sus empleadores, sin embargo pugnan por ampliar su autonomía en el proceso de trabajo y por conservar o ampliar sus ventajas en la distribución de la renta, el poder y el prestigio frente a los miembros típicos de la clase obrera.
Bien ahora, como tramo final de este artículo, superpongamos la historia de las profesiones informáticas – que hemos visto al principio – y el aporte teórico de las distintas escuelas sociológicas que han estudiado las profesiones. ¿Qué es lo que ha pasado en la informática?.
Según Wilenski el primer paso en la creación de una profesión es el ejercicio de la misma sin un período previo de aprendizaje formal. Hemos visto que en los primeros tiempos de la informática, en aquellos enormes centro de proceso de datos, aquellos primeros semidioses con bata blanca y sus locos cacharros carecían de una formación específica y formal, normalmente eran profesionales de otras ramas de la ingeniería o científicos que recibían unos cursos en su empresa o en la empresas punteras de informática, en aquellos tiempos IBM o UNIVAC. Podemos afirmar que el primer punto de Wilenski se ha cumplido.
El segundo punto de Wilenski es el desarrollo de programas oficiales de enseñanza que permiten controlar el acceso a la profesión. A finales de los años ’60 se creó el Instituto de Informática, que fue el primer centro educativo oficial que impartió cursos reglados de informática. La titulación no era todavía universitaria. Hubo que esperar hasta octubre de 1977, cuando comenzó – a partir del Instituto – la Facultad de Informática adscrita a la Universidad Politécnica. Los licenciados en informática fueron los primeros titulados universitarios con un programa de estudios orientado a la formación de las ciencias de la computación, luego vinieron los diplomados como titulación de grado medio. Más tarde a mediados de los años ’90, cambiaron las titulaciones hacia la ingeniería superior y técnica en informática. Veremos qué pasa con las nuevas titulaciones de grado, para mí que vamos a peor, pero esto sería objeto de otro artículo.
Podemos decir entonces que el segundo punto de Wilenski se cumple también, aunque hay que admitir que en paralelo con los estudios oficiales ha existido un cosmos de estudios paralelos de informática en academias y centros más o menos oficiales, así como programas de formación en las empresas.
En el tercer punto de Wilenski encontramos los problemas insalvables. Se producido el asociacionismo previsto en este tercer punto pero no ha conseguido plenamente sus objetivos. La Asociación de Ingenieros e Ingenieros Técnicos en Informática (ALI) y las otras asociaciones profesionales que se han creado no han conseguido después de muchos años de lucha ni el monopolio de las funciones del informático ni siquiera la capacidad para firmar proyectos. A mi entender era una lucha de un pobre caballero contra un dragón enorme, el dragón de un mercado de trabajo con intrusismo institucionalizado y una sociedad poco dispuesta a conceder privilegios a un sector que considera como propio, recordemos que todo el mundo se considera programador o analista. Más aún, a  una sociedad cuya tendencia general es que todas las profesiones de mercado – entendidas como aquéllas que implican una relación profesional-cliente – se están viendo reducidas a profesionales de empresa, en régimen de asalariado y, por tanto, perdiendo estatus y privilegios.
De esta manera, los titulados universitarios en informática, no es que se hayan desprofesionalizado o, al menos, no se han desprofesionalizado más que otros gremios. El problema de la informática es que es una profesión frustrada, es una semiprofesión.
Evidentemente, si no pasamos el tercer punto de Wilenski, no tiene sentido hablar del cuarto.
Ciclo de Wilenski
Hitos en la informática
¿Conseguido?
1. Sin estudios reglados
Grandes CPD, informática corporativa
2. Estudios reglados
Miniordenadores, informática departamental
3. Asociacionismo profesional
Microordenadores, informática personal
No
4. Código ético
Resultado =
Semiprofesión
Ciclo de Wilenski aplicado a los titulados informáticos
Fuente: el autor.
Antes hablábamos de que la informática no era una profesión única sino un grupo de profesiones y hemos encontrado una explicación para los titulados universitarios pero, ¿Qué ha pasado con los que no disponen de titulación universitaria?. Al principio de este artículo hemos visto que también este grupo ha sufrido una pérdida general de estatus y consideración social, pero en este caso, creo que se ajusta más la hipótesis de la proletarización. Por lo tanto, por un lado, los  titulados universitarios no han logrado constituirse como profesión, quedándose en semiprofesión y los no universitarios se han proletarizado[6]. ¡Vaya panorama!, ¡cómo para recomendar a tu hijo que estudie informática!.   
El año pasado estuve en un curso con un montón de ingenieros en informática y en telecomunicaciones y, de éstos últimos, me sorprendió que tenían los mismos problemas que mis compañeros informáticos, subempleo y precariedad laboral. Pero en su caso, habría que estudiarlo detenidamente, me da la impresión de que si podemos hablar de desprofesionalización. ¿Quiénes serán los siguientes?.
Y ya para acabar querido lector, si has tenido la infinita paciencia para llegar hasta aquí lo menos que puedo hacer es regalarte un pequeño ejercicio de prestidigitación, o si lo prefieres, de mentalismo. ¡Sé lo que estás pensando desde hace un rato!, que soy un exagerado y que para desarrollar un producto o servicio informático no es necesario estudiar una ingeniería ni ir a Salamanca. Y que, en cambio, para hacer una casa como Dios manda es necesario contar con un arquitecto. Puede ser, no seré yo quien lo niegue que he conocido a brillantes informáticos no informáticos, pero los maestros de obra que levantaron la catedral de Burgos – y mira que es bonita, grande y sólida – no pasaron por ninguna escuela superior de arquitectura, eran brillantes arquitectos no arquitectos. Pensad en ello.
Juan Carlos Barajas Martínez

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