La alienación en Marx
2.
Pero esta noción de alienación, que Feuerbach restringía al
ámbito religioso, Marx la extenderá a todas las esferas de la actividad
humana, empezando por la actividad esencial del ser humano: la
producción de bienes para la satisfacción de sus necesidades. Producir
es la actividad esencial de los humanos, lo que los distingue de otras
especies animales. Producir significa transformar la Naturaleza, y al
transformar la Naturaleza el ser humano expresa su rasgo esencial. No se
limita a tomar de la Naturaleza, sino que deliberadamente busca
modificarla. De ahí que el trabajo sea el concepto fundamental para
entender al ser humano. El trabajo, como actividad productiva libre, es
la actividad en la que el ser humano expresa su humanidad, su verdadera
naturaleza. Todo lo producido de esta forma -un vestido, una estatua,
una casa- es la esencia de la vida humana convertida en un objeto físico
y, por tanto externo al productor. En la sociedad industrial, el
trabajador no controla el producto de su trabajo. El producto en el que
se objetiva su trabajo no le pertenece, convirtiéndose así en algo
extraño, ajeno al trabajador: su actividad transformadora no le
pertenece, no es considerada como suya, sino que deviene propiedad de
"otro". "El objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a él
como un extraño, como un poder independiente del productor... el
trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como con un objeto
extraño", dice Marx en los "Manuscritos económico-filosóficos". Además,
en la medida en que el producto se convierte en una mercancía, el
trabajo objetivado en él es tratado también como mercancía, por lo que
el mismo sujeto productor, cuya actividad se halla objetivada en la
cosa, en el objeto producido, se ve sometido a un proceso de
reificación, de cosificación, mediante el que el termina por ser
considerado simplemente como cosa, como mercancía.
"¿En qué consiste entonces la
enajenación del trabajo? Primeramente en que el trabajo es externo al
trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el
trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino
desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino
que mortifica su cuerpo, arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo
se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo, fuera de sí. Está
en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su
trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso
no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para
satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se
evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una
coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la
peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un
trabajo de autosacrificio, de ascetismo" [ Marx, "Manuscritos
económico-filosóficos" ]
3.
El trabajo se convierte, pues, en una actividad alienada y
alienante, cuando los seres humanos producen objetos sobre los cuales ya
no ejercen ningún control, que no ponen de manifiesto su humanidad, ya
que no resultan de su libre actividad, sino de una actividad que es
"para otro", que ya no les pertenece porque le pertenece a quien haya
pagado su salario, y de la son despojados. De esta manera es el
capitalista el que, con la apropiación del producto, se apropia de la
actividad de los demás, resultando para ellos una actividad enajenada,
alienada. Además, el objeto producido se vuelve contra su creador,
puesto que sirve para enriquecer al capitalista y aumentar su poder
sobre el proletario. De este modo la actividad productiva se convierte
en una actividad realizada bajo "dominación, coerción y el yugo de otro
hombre". Los seres humanos en vez de relacionarse entre sí
cooperativamente lo hacen competitivamente. El amor y la confianza mutua
se ven reemplazadas por el comercio y el intercambio de y como
mercancías. Los seres humanos no reconocen en el otro una naturaleza
humana común: ven a los otros como instrumentos para satisfacer sus
intereses egoístas. La humanidad, bajo la explotación del trabajo
asalariado, aparece escindida, separada en dos partes que no reconocen
su común humanidad.
4.
La explotación del trabajador se produce por partida doble; en
primer lugar, el capitalista lo explota al apropiarse de la materia
prima y de los medios de producción, así como de la plusvalía producida
por el trabajador; pero en segundo lugar, lo explota como mercancía,
considerándolo un mero apéndice de la maquinaria, una pieza más del
sistema de producción. En esta segunda forma de explotación, el
trabajador pierde toda autonomía personal y toda posibilidad de
encontrar satisfacción en el trabajo. El capital no sólo se apropia de
la plusvalía sino que se convierte en una fuerza tangible que exprime la
vida misma del trabajador y que mutila sus talentos: el trabajo, su
propia actividad, se convierte en el medio de su esclavitud, de su
alienación.
5.
Pero la alienación no sólo se da en el terreno de la actividad
productiva, del trabajo. Además de la alienación económica, estructural y
radical en la sociedad capitalista, derivan de ella otras formas de
alienación, como la social, (a través de la división de la sociedad en
clases), la política (con la división entre la "sociedad civil" y el
"Estado") de las que, a su vez derivan otras formas de alienación
ideológica, (como la religiosa y la filosófica) que buscan justificar la
situación real de miseria para la mayoría y, al mismo tiempo, confundir
y mistificar la realidad, creando una falsa conciencia de la misma.
6.
La última fase de la alienación es, pues, la alienación
ideológica. En ésta el trabajador cree que es legítima la apropiación de
la plusvalía por parte del capitalista. El trabajador cree que, como el
capitalista posee legítimamente los medios de producción (talleres,
maquinaria, fábricas...), tiene una pretensión o un derecho fundado para
apropiarse una parte de su trabajo, de una parte de su actividad, de
una parte de su vida. A su vez, se considera legítima la posesión de los
medios de producción porque deriva de una apropiación legítima de
plusvalías en etapas anteriores, construyéndose un círculo vicioso en
los procesos de legitimación de la explotación. La eficacia de la
explotación capitalista descansa sobre la noción de legitimidad:
presentarse ante las conciencias de los explotados como moralmente
justificables.
8.
La ideología es una forma de ver el mundo que satisface los
intereses de los explotadores. La ideología es una falsa conciencia ,
una representación inadecuada de la realidad a fin de que los explotados
consideren naturales y por tanto justificables e inevitables sus
condiciones de vida: “siempre ha habido ricos”, “es natural que el amo
se lleve una parte de la cosecha: es el dueño de la tierra, al fin y al
cabo”, son expresiones que manifiestan la aceptación de la ideología
dominante por parte de los dominados. La ideología se constituye en la
culminación del proceso de alienación.
http://www.webdianoia.com/contemporanea/marx/marx_fli_alien.htm
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